34 días de Huelga en Zaragoza
noviembre 11, 2012En 1934 se produjo una de las huelgas más largas que se han producido en la ciudad de Zaragoza. Durante 34 días la ciudad estuvo totalmente paralizada. Esta es la historia de una lucha que puso de manifiesto la tensión existente entre las clases trabajadoras y aquellos que detentaban el poder político y económico en la ciudad. Ahora que se aproxima una nueva Huelga General, sirvan estas palabras para poner en valor los derechos laborales y sociales y para mostrar los sacrificios que muchos de nuestros antepasados tuvieron que hacer para avanzar hacia una sociedad más justa. Éste solo es un episodio puntual de una lucha que se ha mantenido en el tiempo.
34 DÍAS DE HUELGA EN ZARAGOZA.
El 26 de marzo de 1934 un grupo de anarcosindicalistas atentaron contra una comisaría de policía de Zaragoza. La detonación del artefacto se produjo a destiempo y acabó matando a tres ciudadanos que estaban cerca del lugar en el momento en el que hizo explosión. En las horas siguientes la policía detuvo a varios militantes de la CNT, a pesar de no tener pruebas suficientes de su vinculación con el atentado.
El día 28 de marzo entre la población de Zaragoza corrió de boca en boca un rumor. La policía había maltratado en la comisaría a los detenidos y, en lugar de enviarlos a la prisión, habían sido conducidos al hospital. Los sindicatos CNT y UGT acordaron convocar un paro conjunto para protestar por los abusos cometidos por los agentes. La reacción de gobernador civil Elviro Ordiales no tardó en llegar, y para mostrar su rechazo a la medida adoptada por los sindicatos permitió a los empresarios de la ciudad despedir, sancionar e incluso retirar el carnet a los conductores de autobuses y a los tranviarios que secundaran el paro laboral.
La actitud del gobernador fue toda una provocación para la CNT y la UGT. Ambos sindicatos acordaron convocar para el 4 de abril de 1934 una huelga de 48 horas. Esa misma noche, el gobernador civil fue a la radio y amenazó a los huelguistas con permitir que los empresarios despidieran a sus trabajadores si éstos secundaban la huelga. Tras el paro laboral más de 400 dependientes de comercio fueron despedidos. Ante tal agresión, los sindicatos convocaron una huelga indefinida en la ciudad de Zaragoza.
El paro obrero se prolongó durante 34 días. En ese tiempo hubo manifestaciones, algunos altercados públicos, pequeños ataques a tranvías y autobuses y detenciones, muchas detenciones. A pesar de que la Huelga era relativamente pacífica y no se habían producido incidentes graves (atrás quedaban las jornadas revolucionarias de diciembre de 1933), las autoridades y la policía actuaron “exactamente igual que si se tratase de un movimiento insurreccional”. De hecho, el día 26 de abril de 1934 se declaró el estado de alarma en la provincia.
La represión y la violencia no eran el camino a seguir para solucionar el conflicto. A medida que pasaron los días la situación se volvió insoportable. Los productos escaseaban, los jornales ya no llegaban a las casas y muchas familias no tenían recursos para mantenerse. Por su parte, las autoridades y la patronal no querían dar su brazo, avivando más si cabe la tensión que se vivía en las calles de la ciudad. Los obreros, viendo que el conflicto podía prolongarse, comenzaron a plantearse algunas estrategias de supervivencia. Ellos no querían dar su brazo a torcer, pero tampoco querían que sus hijos sufrieran hambre y miseria.
El día 8 de mayo varios autobuses repletos de niños salieron rumbo a Barcelona y Madrid, donde serían acogidos por compañeros de lucha. Al día siguiente, un nuevo contingente de niños estaba listo para salir cuando el gobernador civil de Zaragoza ordenó que no se les dejase salir. Esa misma mañana, Elviro Ordiales se reunió con la Patronal y los trabajadores para firmar un acuerdo que satisfacía las aspiraciones y las demandas de los trabajadores. Es decir, se anularon las sanciones impuestas a los conductores de autobús y tranvía y los trabajadores despedidos por secundar el paro del día 5 y 6 de abril tuvieron que ser readmitidos en sus puestos de trabajo.
Para saber más:
HEREDIA URZÁIZ, Iván, Delitos políticos y orden social. Historia de la cárcel de Torrero (1928-1939), Mira Editores, Zaragoza, 2005.
ILLION, Regine, Mujer, política y sindicalismo. Zaragoza, 1931-1936, IFC, Zaragoza, 2002.
MONTAÑÉS, Enrique, Anarcosindicalismo y cambio político, Zaragoza 1930-1936, IFC, Zaragoza, 1989.
KELSEY, Graham, Anarcosindicalismo y estado en Aragón, 1930-1938. ¿Órden Público?, IFC, Zaragoza, 1994.
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