La lucha de las mujeres en la II República

marzo 08, 2021

la mujer en la II República


La llegada de la II República fue un período de esperanza para aquellas mujeres que manifestaron ciertas inquietudes políticas e intelectuales y que deseaban impulsar un cambio profundo que favoreciera la transformación de los roles tradicionales de la mujer, en tanto que esposa y madre, que les había mantenido relegadas a la esfera privada. El deseo de aquellas mujeres progresistas de lograr ciertos derechos sociales para todas las mujeres españolas chocaba frontalmente con los fundamentos ideológicos de la postura conservadora y de la Iglesia Católica, quienes apostaban por el mantenimiento de un culto a la domesticidad y la rígida separación de la mujer quien debía permanecer en la esfera privada, en el hogar. 

“Desde la infancia, las mujeres aprendían que su meta en la vida era cumplir con sus deberes de esposa y madre en el ámbito del hogar. De este modo, toda incursión en la esfera pública del trabajo se consideraba antinatural y un desdoro de su misión “sublime” de madre y “ángel del hogar”. 

Esa imagen tradicionalista y de fuerte arraigo católico comenzó a ser combatida por mujeres tan destacadas como Clara Campoamor o la socialista María Lejárraga, quienes no dudaron en trazar sobre el escenario republicano ambiciosas líneas de lucha para incrementar los derechos de las mujeres españolas. De este modo, los primeros años de la Segunda República se convirtieron en el escenario perfecto para consumar victorias tan importantes para las mujeres como la concesión del voto femenino o el Seguro de Maternidad. Pero todavía quedaba mucho camino para lograr la ansiada igualdad en derechos de los sexos. 

Mientras en las esferas políticas se debatían los derechos de la mujer, en las calles éstas comenzaron a invadir los espacios públicos acudiendo a manifestaciones y participando en huelgas obreras. Los partidos políticos intentaron canalizar la salida de la mujer al mundo extra-doméstico. Con la concesión del voto a la mujer (1931), los principales partidos políticos comenzaron a prestarles un gran interés para atraerlas hacia sus filas. Como consecuencia de esta política se registró un notable incremento en la sindicación femenina en las filas de los partidos y sindicatos de izquierda, protagonizada por “mujeres jóvenes, generalmente de clase obrera” . No tardaron en organizarse diversas agrupaciones políticas de carácter republicano e izquierdista que fueron lideradas por mujeres con una conciencia política madura y con una estrecha vinculación con los partidos políticos y sindicatos de izquierda. Desde su posición, durante los primeros años de la Segunda República, intentaron canalizar la acción femenina para lograr la ampliación de sus derechos. Pero su lucha pronto se vio subordinada a la lucha de clases, una batalla para combatir el avance del fascismo que amenazaba instalarse en España poniendo en peligro los avances y reformas legales que el bienio republicano socialista les había concedido . 

La victoria de la conjunción Radical-Cedista de noviembre de 1933 puso en alerta a los partidos políticos y sindicatos de izquierda, quienes ante el temor de que en España se pudiera repetir el modelo de dictadura fascista que existía en Italia o Alemania, radicalizaron su discurso y comenzaron a preparar la senda revolucionaria. En Ese contexto, en el seno de los partidos de izquierda comenzaron a surgir otras organizaciones que pretendían contrarrestar el avance del fascismo en España. Una de las más significativas fue el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, sección española del Comité Mundial que se organizó en 1933 y el cual estaba estrechamente relacionado con el PCE. Las actuaciones del comité se centraron en la coordinación de “las acciones y manifestaciones femeninas relacionadas con el naciente movimiento antifascista”. En ese contexto histórico, muchas mujeres españolas, aquellas que de identificaban con los valores que defendía la II República, alentadas por los partidos y sindicatos de izquierda, adoptaron un importante rol en la asistencia masiva a las manifestaciones y en la difusión de la propaganda de partido; “quizá por primera vez, las mujeres recibían responsabilidades precisas y eran llamadas por las organizaciones masculinas a participar en la lucha en pie de igualdad con los hombres”  .

La participación de aquellas mujeres en el combate contra el fascismo, su simpatía ideológica hacia las fuerzas políticas aglutinadas en el Frente Popular, su relación con importantes dirigentes del movimiento obrero y su participación en huelgas y manifestaciones obreras durante la II República, nos muestran cómo a la altura de 1936 entre las clases populares aquella figura de mujer “ángel del hogar” se estaba desvaneciendo, y en su lugar las mujeres de las clases populares estaba ocupando la esfera pública, no tanto para luchar por la ampliación sus derechos en tanto que mujeres, sino para apoyar la lucha contra el avance del fascismo en España.

Por lo tanto, a la altura de julio de 1936 el ideal de la feminidad se había desnaturalizado al alejarse la mujer de los preceptos cristianos. Éstos consistían básicamente en ser una buena esposa y madre, un «ángel del hogar» que tenía como misión servir al hombre y educar a sus hijos como buenos católicos. Una mujer que no se maquillase, que no llamase la atención y que no alzase la voz ni rebatían las opiniones del padre o marido. Es decir, mujeres «silenciadas, invisibles y recluidas en sus hogares, de los que no debían salir excepto para realizar, si acaso, algunas labores propias de su sexo» . 


Bibliografía


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