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Fuentes:
Artículo: Torrebadella-Flix, Xavier. (2020). EL NACIMIENTO DEL FÚTBOL EN ESPAÑA: ¿CÓMO SE ENTRENABA Y CÓMO SE JUGABA? 2ª PARTE (1920-1936). 13. 1-27.
Prensa consultada:
Heraldo de Aragón
El Noticiero
El Día
Comparto una nota de prensa que me han hecho llegar con la información sobre un documental, que se estrena este próximo 26 de noviembre de 2021 en cines y que creo puede ser de interés.
"Apaiz kartzela", trailerra from Maluta Films on Vimeo.
Maluta Films presenta un documental sobre la única cárcel de curas del mundo, creada para castigar a los sacerdotes que se alzaron contra el franquismo
Tras su paso por el 180 Festival de Cine y Derechos Humanos de San Sebastián, el documental Apaiz kartzela, dirigido por Ritxi Lizartza, David Pallarès y Oier Aranzabal, se estrena en cines el próximo 26 de noviembre. La obra trata sobre la única cárcel para sacerdotes del mundo, creada por el Vaticano y Franco en Zamora, y recuerda la lucha de los sacerdotes que reaccionaron contra la opresión franquista, a partir del relato de los propios protagonistas.
Entre 1968 y 1976 medio centenar de sacerdotes fueron encarcelados por mostrar su rechazo a la represión del dictador Francisco Franco. Estos sacerdotes, condenados a doce años de cárcel por denunciar la opresión de la dictadura a través de sermones y encierros, difícilmente olvidarán las imágenes del motín que emitieron los medios de comunicación internacionales en 1973. La cárcel de Zamora (España) fue incendiada por los clérigos presos.
Esta es la historia de la única cárcel de curas en todo el mundo, creada bajo el concordato entre la dictadura de Franco y el Vaticano. La historia unos curas que fueron encarcelados por defender los derechos civiles y que construyeron un túnel para huir. Décadas más tarde, y a pesar de los años que nos alejan de la muerte del dictador, nuestros protagonistas mantienen viva la memoria, para que todo lo ocurrido no caiga en el olvido.
La lista de sacerdotes encarcelados en la cárcel de Zamora es larga, y el documental recoge testimonios de muchos de ellos: Xabier Amuriza; Josu Naberan; Juan Mari Zulaika; Eduard Fornés; Julen Kaltzada; Jon Etxabe; Periko Solabarria; Periko Berrioategortua; Juan Mari Arregi; Martin Orbe; Felipe Izagirre; Lukas Dorronsoro; Vicente Couce; Nicanor Acosta; Mariano Gamo; Josep Maria Garrido; Andreu Vila; Jose Antonio Calzada; Lukas Dorronsoro; Mikel Zuazabeitia, Pablo Muñoz, etc.
Aquellos curas que combatieron con dureza los abusos del dictador no han recibido justicia ni reconocimiento en los 50 años transcurridos desde que se inauguró la cárcel. Y es que en el Estado español la memoria histórica sigue siendo un tema pendiente. La jueza argentina María Romilda Servini es testigo de lo sucedido, y 16 exsacerdotes encarcelados forman parte de la querella que la jueza argentina planteó contra los crímenes del dictador Franco.
La película retrata las vivencias de aquellos clérigos que, en tiempos difíciles, se comprometieron firmemente con su sociedad. La historia de la cárcel de curas de Zamora es desconocida para las nuevas generaciones y, como se nos ha dicho muchas veces, tampoco se ha contado.
“Durante los años en que ocurrieron -1965-1967- fueron hechos muy conocidos por la mayor parte de la población, entre otras razones, por estar estrechamente vinculados a otros asuntos políticos relevantes de la época, tales como el Proceso de Burgos. Pero, años más tarde -y en plena democracia- parece que, si no es en la memoria de aquellos que lo vivieron, apenas se recuerda. La gente no sabe que entre 1968 y 1976 hubo una cárcel para sacerdotes en Zamora", explica su director, Ritxi Lizartza.
En total se han realizado 35 entrevistas, todas ellas recogidas en el documental: "A través de ellas se cuenta realmente la historia, y creemos que vamos a descubrir al público uno de los principales símbolos predemocráticos". Han dado la palabra a los protagonistas, y a través de su voz, los espectadores podrán conocer los sentimientos de los sacerdotes y entender su sufrimiento: "Esperamos que la película, más que polémica, genere discurso. Porque no buscamos controversia, sino socializar lo ocurrido".
El documental es una producción de Apaizak AIE y Maluta* Films, con la producción asociada de Azaroa Films y Zabriskie, la participación de EITB, la colaboración del Instituto de la Memoria Gogora, la Diputación Foral de Bizkaia, la Diputación Foral de Gipuzkoa, la Fundación Otxoa de Barandika, el Instituto Etxepare, y el patrocinio de BERRIA, ZUZEU e IRUTXULOKO HITZA.
Ritxi Lizartza, David Pallarès y Oier Aranzabal han sido los directores. Xabier Etxeberria, Martin Etxeberria, Miguel Angel Elustondo y Jon Mikel Aldanondo han firmado el guion, y Maialen Sarasua Oliden ha realizado los trabajos de edición y montaje. Asimismo, Kote Camacho ha creado las animaciones, y la música es obra de Joserra Senperena. Por último, Alex Argoitia ha trabajado la postproducción de imágenes y las mezclas sonoras han sido tratadas en los estudios MEDIAVOX.
Hace 85 años, después de un fallido golpe de Estado promovido por una facción del ejército, dio comienzo la Guerra Civil española. A lo largo de la calurosa mañana de aquel sábado 18 de julio de 1936, los rumores acerca del estallido de un movimiento militar desde las posesiones españolas del norte de África se confirmaron. El gobernador civil de Zaragoza, Ángel Vera Coronel, permaneció muy atento a lo que pudiera ocurrir acordando con las fuerzas vivas de la ciudad y los altos mandos militares permanecer fieles a la República. A lo largo de aquel día, decenas de obreros se acercaron hasta el edificio del gobernador exigiéndole que le proporcionasen armas para evitar que en Zaragoza triunfase el movimiento militar. Vera Coronel, siguiendo las directrices del gobierno central desestimó las peticiones de los dirigentes izquierdistas.
Mientras la noche caía, la tensión en las calles de Zaragoza fue incrementándose poco a poco. Los rumores sobre la posible adhesión al movimiento militar del General Cabanellas junto con algunos oficiales de Zaragoza recorrieron rápidamente los diferentes cuarteles militares. A las once de la noche, Primo García Lanaspe, sargento del Regimiento de Carros de Combate número dos, mantuvo una conversación con el sargento Manuel Borraz Hijar, que se encontraba de guardia en el garaje del cuartel. Lanaspe comunicó a Borraz “que una parte de los oficiales del Regimiento se habían sublevado y que como él no estaba dispuesto a secúndales” requería su auxilio para conseguir munición. Borraz asintió y le proporcionó alrededor de 150 cartuchos. Posteriormente, Lanaspe informó a los soldados de su compañía de la situación y repartió municiones entre sus hombres, haciéndoles dormir vestidos y “con el mosquetón al lado”. Mientras tanto, Borraz se reunió con los dos cabos y ocho soldados que conformaban la guardia del cuartel aquella noche para comunicarles que “la oficialidad pensaba levantase y que ellos debían oponerse y que si se presentaban los oficiales para sacar los carros” debían arrestar al responsable de la sección que se presentara para interrogarlo.
A pesar de la prevención de estos soldados, a las tres de la madrugada “se volvió al turno normal” y los militares que se habían declarado contrarios al movimiento militar, fueron detenidos y encarcelados en el Castillo de la Aljafería.
Una hora antes, algunas fuerzas del Ejército se posicionaron en los alrededores del gobierno civil. Posteriormente, el General Cabanellas reclamó la comparecencia del Gobernador, ÁngelVera coronel, quien desde un primer instante se negó a comparecer ante los militares. A las 3:15 de la madrugada, el Comandante-Jefe de Seguridad y Asalto, Mazo, acompañado del Comandante de la Guardia Civil, Julián Lasierra y de otros oficiales del Ejercito y de asalto se personaron en el domicilio de Vera Coronel. Momentos más tarde, el gobernador civil fue detenido y conducido a la prisión provincial en compañía de su secretario particular, José María Alarcón.
Mientras varios altos mandos del Ejercito, Guardia Civil y Guardia de Asalto daban su golpe y detenían al máximo representante político del gobierno republicano en la provincia de Zaragoza, en la Prisión Provincial se produjo otra escena que pone de manifiesto el carácter político y depurativo con que se inició el movimiento rebelde. Sobre las tres y media de la madrugada, la autoridad militar había trasladado una orden para que fueran puestos en libertad varias decenas de falangistas detenidos en los días anteriores al 18 de julio, noticia que acogieron los presos con exaltados vítores.
Mientras los falangistas eran liberados, decenas de personas fueron encarceladas por ser simpatizantes o afiliados de los partidos que en enero de 1936 se aglutinaron en el llamado “Frente Popular”. A la mañana siguiente, Ángel Vera Coronel y José María Alarcón fueron encarcelado. Y durante los días siguientes, decenas de hombres y mujeres fueron perseguidos y detenidos por estar afiliados, simpatizar o colaborar con las organizaciones políticas de izquierda. Al mismo tiempo, en la retaguardia insurgente empezó a fraguarse y ejecutarse una intensa depuración social que desembocaría en ese verano que Julián Casanova denominó del terror caliente, sucediéndose decenas de ejecuciones en descampados, cunetas y tapias de cementerios.
La cárcel de Torrero (©Iván Heredia Urzáiz). |
Esta semana ha salido la propuesta que algunas asociaciones, incluida AV Venecia, El Cantero y ARMHA para declarar al Barrio de Torrero como Lugar de Memoria. La propuesta, de la que tengo noticias desde hace unos meses, era bastante completa e incluía diferentes hechos que justificasen que esta solicitud. Sin duda, este barrio tiene una larga historia repleta de sucesos de gran transcendencia histórica y social. La propuesta, que tiene todo mi apoyo y de la que habría que resaltar el trabajo y esfuerzo realizado por las asociaciones, incluye que se reconozca como Lugares de Memoria los restos de la tapia del Cementerio de Torrero donde durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura franquista se ejecutaron a cientos de personas, muchos de ellos y ellas habían estado encarcelados antes de ser ejecutados. Asimismo, en este listado de lugares se incluye a la Prisión Provincial de Zaragoza, popularmente conocida como cárcel de Torrero.
Recuerdo haber defendido la idea de considerar la Carcel de Torrero como Lugar de Memoria en muchas ocasiones. No siempre fue bien recibida, y entiendo el contexto y las justificaciones, pero al ver esta noticia, la idea de que salga adelante me confirma que se ha avanzado mucho en este aspecto. Por otro lado, me ha venido a la mente una parte de un breve texto que escribí para prepararme una ponencia y que nunca he publicado. En él defendía la necesidad de garantizar la conservación de Lugares de Memoria, como el edificio administrativo que queda en pie de la antigua cárcel de Torrero, justificando su importancia histórica.
Dicho esto, confío en que la propuesta salga adelante y sea un espaldarazo para reivindicar la historia del barrio de Torrero, se puedan crear rutas de memoria para dar a conocer su historia y poner en valor las historias de lucha y resistencia de los que poblaron habitual o temporalmente sus calles y edificios.
- Encerrar a todos los sospechosos de desafección, evitando así que se pudiera formar un grupo de resistencia en la ciudad.
- Castigar y controlar a través del encierro a los disidentes.
- Centro de reideologización y de reeducación, que pretendía someter o dominar el cuerpo y la mente del opositor.
La llegada de la II República fue un período de esperanza para aquellas mujeres que manifestaron ciertas inquietudes políticas e intelectuales y que deseaban impulsar un cambio profundo que favoreciera la transformación de los roles tradicionales de la mujer, en tanto que esposa y madre, que les había mantenido relegadas a la esfera privada. El deseo de aquellas mujeres progresistas de lograr ciertos derechos sociales para todas las mujeres españolas chocaba frontalmente con los fundamentos ideológicos de la postura conservadora y de la Iglesia Católica, quienes apostaban por el mantenimiento de un culto a la domesticidad y la rígida separación de la mujer quien debía permanecer en la esfera privada, en el hogar.
“Desde la infancia, las mujeres aprendían que su meta en la vida era cumplir con sus deberes de esposa y madre en el ámbito del hogar. De este modo, toda incursión en la esfera pública del trabajo se consideraba antinatural y un desdoro de su misión “sublime” de madre y “ángel del hogar”.
Esa imagen tradicionalista y de fuerte arraigo católico comenzó a ser combatida por mujeres tan destacadas como Clara Campoamor o la socialista María Lejárraga, quienes no dudaron en trazar sobre el escenario republicano ambiciosas líneas de lucha para incrementar los derechos de las mujeres españolas. De este modo, los primeros años de la Segunda República se convirtieron en el escenario perfecto para consumar victorias tan importantes para las mujeres como la concesión del voto femenino o el Seguro de Maternidad. Pero todavía quedaba mucho camino para lograr la ansiada igualdad en derechos de los sexos.
Mientras en las esferas políticas se debatían los derechos de la mujer, en las calles éstas comenzaron a invadir los espacios públicos acudiendo a manifestaciones y participando en huelgas obreras. Los partidos políticos intentaron canalizar la salida de la mujer al mundo extra-doméstico. Con la concesión del voto a la mujer (1931), los principales partidos políticos comenzaron a prestarles un gran interés para atraerlas hacia sus filas. Como consecuencia de esta política se registró un notable incremento en la sindicación femenina en las filas de los partidos y sindicatos de izquierda, protagonizada por “mujeres jóvenes, generalmente de clase obrera” . No tardaron en organizarse diversas agrupaciones políticas de carácter republicano e izquierdista que fueron lideradas por mujeres con una conciencia política madura y con una estrecha vinculación con los partidos políticos y sindicatos de izquierda. Desde su posición, durante los primeros años de la Segunda República, intentaron canalizar la acción femenina para lograr la ampliación de sus derechos. Pero su lucha pronto se vio subordinada a la lucha de clases, una batalla para combatir el avance del fascismo que amenazaba instalarse en España poniendo en peligro los avances y reformas legales que el bienio republicano socialista les había concedido .
La victoria de la conjunción Radical-Cedista de noviembre de 1933 puso en alerta a los partidos políticos y sindicatos de izquierda, quienes ante el temor de que en España se pudiera repetir el modelo de dictadura fascista que existía en Italia o Alemania, radicalizaron su discurso y comenzaron a preparar la senda revolucionaria. En Ese contexto, en el seno de los partidos de izquierda comenzaron a surgir otras organizaciones que pretendían contrarrestar el avance del fascismo en España. Una de las más significativas fue el Comité Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, sección española del Comité Mundial que se organizó en 1933 y el cual estaba estrechamente relacionado con el PCE. Las actuaciones del comité se centraron en la coordinación de “las acciones y manifestaciones femeninas relacionadas con el naciente movimiento antifascista”. En ese contexto histórico, muchas mujeres españolas, aquellas que de identificaban con los valores que defendía la II República, alentadas por los partidos y sindicatos de izquierda, adoptaron un importante rol en la asistencia masiva a las manifestaciones y en la difusión de la propaganda de partido; “quizá por primera vez, las mujeres recibían responsabilidades precisas y eran llamadas por las organizaciones masculinas a participar en la lucha en pie de igualdad con los hombres” .
La participación de aquellas mujeres en el combate contra el fascismo, su simpatía ideológica hacia las fuerzas políticas aglutinadas en el Frente Popular, su relación con importantes dirigentes del movimiento obrero y su participación en huelgas y manifestaciones obreras durante la II República, nos muestran cómo a la altura de 1936 entre las clases populares aquella figura de mujer “ángel del hogar” se estaba desvaneciendo, y en su lugar las mujeres de las clases populares estaba ocupando la esfera pública, no tanto para luchar por la ampliación sus derechos en tanto que mujeres, sino para apoyar la lucha contra el avance del fascismo en España.
Por lo tanto, a la altura de julio de 1936 el ideal de la feminidad se había desnaturalizado al alejarse la mujer de los preceptos cristianos. Éstos consistían básicamente en ser una buena esposa y madre, un «ángel del hogar» que tenía como misión servir al hombre y educar a sus hijos como buenos católicos. Una mujer que no se maquillase, que no llamase la atención y que no alzase la voz ni rebatían las opiniones del padre o marido. Es decir, mujeres «silenciadas, invisibles y recluidas en sus hogares, de los que no debían salir excepto para realizar, si acaso, algunas labores propias de su sexo» .
Bibliografía
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El bombardeo
Ocurrió el 5 de noviembre de 1937, alrededor de las tres y media de la tarde. De acuerdo a las noticias emitidas desde la prensa republicana, alrededor de 36 aviones traspasaron las líneas defensivas del ejército sublevado esquivando las baterías antiaéreas apostadas en Villamayor y lograron adentrarse en el espacio aéreo de la capital aragonesa. El objetivo eran “importantísimos objetivos militares”. Aquella no era la primera vez que la fuerza aérea republicana rompía las defensas sublevadas para alcanzar objetivos militares. Unas semanas antes, el 15 de octubre de 1937 logró bombardear el aeródromo Sanjurjo, situado a las afueras de la ciudad.
En esta ocasión, aquella tarde de noviembre los aviones del Ejército de la República hicieron blanco, entre otros, en el depósito de armas ubicado en la fábrica de yesos López, ubicada muy cerca de la cárcel de Torrero. A la explosión inicial, le sucedieron muchas más a lo largo de la tarde. Los observadores republicanos hablan de varias explosiones a lo largo de la tarde y del avistamiento de fuego y humo en la zona de Torrero. La prensa republicana llegó a sospechar que, debido a la virulencia de la explosión y de las llamas, quizá en aquel polvorín no sólo había armas, sino también gasolina. Sea como fuere, se sabe que los diversos incendios se prolongaron hasta bien entrada la noche.
El impacto de aquellas explosiones se dejaron sentir en toda la ciudad, pero afectaron principalmente a los vecinos del barrio de Torrero. La ubicación del polvorín y la existencia de numerosos edificios cerca provocó el hundimiento de varias casas. Los relatos también hablan de algunas viviendas incendiadas y desperfectos en las cristaleras de gran parte de las casas del barrio. Aunque todavía queda mucho por conocer, se sabe que las explosiones ocasionadas por el polvorín acabó ocasionando algunos muertos y varias decenas de vecinos heridos, muchos de los cuales tuvieron que ser trasladados hasta el Hospital Provincial para ser atendidos.
El bombardeo y la cárcel de Torrero
La explosión aludida y sus efectos también se dejaron sentir en la Prisión Provincial de Zaragoza, popularmente conocida como cárcel de Torrero. El director de la cárcel, Teodoro Quirós Toledano, explicaba lo sucedido en la sesión de la Junta de disciplina del 10 de noviembre de 1937. En la sesión expuso que “con motivo del bombardeo de la aviación roja resultó herida de consideración la celadora Dª Teresa Fernández Ferrer, que en la misma noche del cinco fue evacuada del Hospital Provincial y de carácter leve el subdirector Don Antonio Crejo Arrayás, que en el día de ayer ha reanudado sus servicios”. Entre la población reclusa “resultó muerto en el patio Modesto Agón [López]” (jornalero, de Uncastillo). Unos veintinueve presos quedaron hospitalizados en el salón nº 5” de la prisión al considerarse que sus heridas no revestían gravedad, mientras que los heridos de mayor gravedad, veinticuatro reclusos, fueron trasladados al Hospital Provincial. Uno de ellos, Manuel Lostao Blánquez (ferroviario, de Zaragoza) falleció a las pocas horas a consecuencia de las heridas.
La gravedad de lo sucedido y su repercusión entre los presos se deja sentir a través del testimonio del Capuchino Gumersindo de Estella. El 20 de abril de 1938 tuvo que asistir en aquellos servicios especiales de madrugada al recluso Manuel Boix Barbera. El religioso se vio sorprendido por la incapacidad del preso, a quien le faltaba una pierna. Manuel le contó que “hallándose en la cárcel, hubo un bombardeo” a consecuencia del cual quedó con la pierna muy estropeada, siendo conducido al hospital donde le fue amputada. El preso, de acuerdo a su expediente procesal, estuvo hospitalizado desde el 6 de noviembre de 1937 hasta el 10 de abril del año siguiente. Su minusvalía no le reportó ningún beneficio penitenciario. Terminado el oficio religioso, el personal de prisiones le proporcionó “dos muletas para que pudiera caminar hasta el furgón. Pero nunca había usado tales apoyos”. Según el capuchino, el recluso “no acertaba a valerse de ellos y vacilaba al andar”. Al final, lo subieron al camión que le conduciría hasta el habitual punto de ejecución, las tapias del cementerio de Torrero. Esa misma madrugada, al alba, fue ejecutado en las tapias del cementerio de Torrero ante un pelotón de fusilamiento.
Los daños materiales sufridos en el establecimiento penitenciario fueron cuantiosos. En la zona administrativa, quedaron “completamente destruidos los pabellones de la Dirección y administración y Celadora, Cuerpo de Guardia militar, despacho-administración, oficial de guardia y Pabellón de identificación” y en el interior, en el espacio dedicado exclusivamente al encierro, fue afectada “la Capilla del departamento de mujeres, enfermería de hombres, salones 3º, 2º y 6º, cuarto de oficiales, más toda la carpintería y cristales del Establecimiento."
Hace unos días se cumplía el 90 aniversario de la sublevación de Jaca, liderada por Galán y Hernández. Además de los conocidos y divulgados acontecimientos que ocurrieron en la Jacetania, existe una historia algo menos conocida y divulgada que tiene una estrecha relación con aquellos sucesos. Me refiero a la huelga general que se convocó el 13 de diciembre de 1930 en la provincia de Zaragoza y que tuvo un gran impacto en la capital aragonesa y, en especial, en la zona de las Cinco Villas.
Esta breve publicación no pretende analizar esos sucesos, en un futuro ahondará en su conocimiento y, sobre todo, en las personas que fueron víctimas de la persecución y represión que comenzó a imponerse en la madrugada del 12 al 13 de diciembre de 1930. En esta ocasión, he preferido acercarme a esos sucesos a través de un testimonio. Para acercarnos a estos acontecimientos, comparto una entrevista realizada al diputado José Algora que acabó publicándose en el semanario Vida nueva (nº 78, p. 2). En el momento de su relato había transcurrido un año del pronunciamiento militar de Jaca. Entiéndase, por tanto, este documento como una interpretación de uno de los protagonistas de la historia, que debe ser contrarrestado y completado con otras fuentes. No obstante, este es un texto que he utilizado en algunas ocasiones en mis clases para ampliar la visión de lo que significó el movimiento militar de diciembre de 1930 y para debatir sobre su repercusión (desde las ejecuciones iniciales, hasta las detenciones de destacados dirigentes del PSOE y UGT, el cierre de sedes, el encierro de más de cien personas implicadas en la declaración de la Huelga General y que pasaron por la cárcel de Torrero hasta el impacto de este suceso en la proclamación de la II República).